El Archivo Municipal de Caudete debió de existir desde la creación del municipio cristiano medieval. Sin embargo, los efectos de la Guerra de Sucesión sobre el fondo documental fueron devastadores, hasta el punto de producir la destrucción total por incendio, según consta en el acta del cabildo de 6 de marzo de 1759 Superadas las consecuencias políticas de esa guerra, Caudete se independiza de la Ciudad de Villena, recuperando sus privilegios y su gobierno. Surge entonces la necesidad de guardar y custodiar los privilegios recientemente recuperados. Por ello, en el Cabildo de 15 de octubre de 1738 se acuerda que se haga un Archivo para custodiar y guardar “todos los papeles tocantes y pertenecientes a esta dicha Villa”. Así mismo, y tal como lo disponía ya la Pragmática de los Reyes Católicos de 9 de junio de 1500, en el cabildo de 22 de diciembre de 1738 se acuerda la entrega de las tres llaves del Archivo: una al Alcalde Primero, otra al primer Regidor y la última, al escribano del consejo. Los trabajos de construcción del arca concluyeron el 10 de marzo de 1739 y se ubicó ésta en el lugar más solemne del Ayuntamiento, la Sala Capitular. Los Borbones se propusieron recuperar los derechos enajenados a la Corona y para demostrarlos, necesitaban los documentos. Igualmente, hicieron los municipios y Caudete no fue una excepción. Necesitaban documentos que probasen los diferentes privilegios, gracias y mercedes que los antiguos reyes de Castilla y Aragón les habían concedido. En el cabildo de 6 de marzo de 1759 se acuerda el inventario del Archivo y se establecen instrumentos de control (Registro de entrada de documentos con tabla de memoria; libro de conocimientos para la gestión de los préstamos) Así, en el cabildo de 3 de febrero de 1761, se proponen el reintegro de “todos o de la mayor parte de ellos, de aquellos Archivos donde puedan encontrarse sus originales...que de ello se saquen las copias a la letra, de suerte que haga entera fe y crédito” Considerando el Archivo como el lugar más seguro para la custodia de no solo de los documentos, sino de aquellos símbolos que representaban los antiguos fueros del Reino de Valencia al que había pertenecido hasta la Guerra de Sucesión: los sacos y la cédulas que se empleaban en la elección de los oficios de justicia y gobierno de la Villa mediante el sistema de insaculación, concedido mediante privilegio. Durante el siglo XIX, la Guerra de la Independencia provocó nuevas pérdidas documentales. Con la llegada del nuevo régimen, el Escribano se transforma en Secretario, que custodia y controla el archivo. El Archivo aumenta su volumen, pasando a custodiarse en dos grandes armarios y luego se le asigna una habitación. Por primera vez, el Ayuntamiento encarga a José M. Albalat que se haga un inventario del archivo en 1836 Desde el siglo XX a la actualidad: de nuevo será otra guerra, la Civil, la que producirá efectos sobre la documentación. El archivo entra en un estado de abandono y despreocupación, situándolo en la cámara alta de la Casa Consistorial. Sin embargo, el Plan de Archivos Municipales de la Junta de Comunidades de Castilla- La Mancha, permitió la puesta en marcha del actual servicio de archivo en 1998, tras dos becas en los años 1993 y 1994 En el año 2000, tras un traslado provisional a la Casa de Cultura por obras de remodelación, se ubica definitivamente el Archivo en la Casa Consistorial.